"QUÉ MISERABLE DESDE QUE YA NO AMAS A NADIE QUE NO SEAS TÚ MISMO" - SCHILLER

 


   El gran drama de la libertad, del amor y la rebeldía. Estamos ante una obra maestra, magnífica y totalmente rompedora, que sigue con la línea trascendental de Shakespeare o Lope de Vega.

"MARQUÉS: - Mirad a vuestro alrededor y contemplad la extraordinaria naturaleza. Ha sido creada libre ¡y qué rica es gracias a esa libertad!"

   En primer lugar, debemos ponernos en contexto: nos encontramos en la España absolutista del siglo XVI donde destaca la relación problemática entre el rey Felipe II y su hijo Don Carlos. Dentro de este contexto, Schiller hace literatura y crea una historia paralela con la siguiente temática: el amor desesperado de Don Carlos por su madrastra, los celos y las intrigas cortesanas y  la sed de libertad de los oprimidos. Esto desencadenará en una tragedia en la familia real y, a su vez, reflejará la situación de un sistema político que se pudre desde dentro.

   Cabe destacar que Schiller creó a este Don Carlos en un proceso de transición entre sus obras de la juventud y sus obras tardías en el movimiento conocido como Sturm und Drang (tempestad y pasión).

    En cuanto a las ideas principales, mencionar  que la obra Don Carlos es tanto un drama familiar como uno ideológico-político. En el centro está el conflicto entre padre e hijo que, en apariencia privado, es también un reflejo del choque de épocas y valores: el Absolutismo contra la Ilustración La figura de Don Carlos representa el desgarramiento entre la aspiración egoísta de éste a la felicidad y el compromiso desinteresado con la humanidad. Reflexiona sobre su responsabilidad solo cuando ya es demasiado tarde y nada se puede hacer. Su eterna vacilación se convierte en su perdición. En cambio, la reina Isabel es un personaje femenino inusualmente fuerte para su época. Si bien comparte los ideales políticos del marqués, no cree que el fin justifique los medios, por lo que no es del todo partícipe.

   Los protagonistas de Don Carlos viven enredados en una compleja maraña de sentimientos contradictorios a varios niveles: el príncipe, abismado en su lucha contra el amor por su madrastra, se muestra incapaz de asumir sus responsabilidades políticas en Flandes, tan solo sabe divagar por sus pensamientos y dar absurdas y tediosas vueltas sobre sí mismo, sin llegar nunca a conseguir su propósito y, con este, su libertad; el Marqués de Poza, que parece tener más claras sus prioridades, acaba, sin embargo, dejándolas de lado para ponerse al servicio de su amigo de la infancia. El propio rey Felipe se ve asediado por las contradicciones: los celos que siente de su hijo tanto por su amante como por su esposa; su desconfianza hacia todos los que le rodean, sobre todo hacia su esposa, de la que ya no cree ni siquiera una palabra y duda hasta de su pequeña hija, pues ya no sabe si suya es.


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