LORD BYRON - POEMAS ESCOGIDOS
La obra de Lord Byron es un maravilloso legado sobre su vida. Cada verso, cada palabra nos enseña pequeños rincones ocultos acerca de sus temores, amores, miedos, placeres y nos ayuda a conocerlo mejor. Entre sus poemas se esconden la ternura y la crueldad, el amor y el erotismo, la libertad y las cadenas. Pero nada puede ocurrir para que su obra se torne en oscuros colores, pues la belleza la hace alegre.
Uno de los poemas que más me conmovió fue Cuando nosotros nos separamos, es tal la ternura que tiene en sus manos reflejada con su pluma que el corazón se me encogió. La vergüenza se apodera del poeta debido a un doloroso engaño que se ve incapaz de perdonar jamás. Encontramos una preciosa personificación donde se refleja muy bien su sentimiento (1808):
"El rocío de la mañana
se hundió frío en mi frente
lo sentía como el aviso
de lo que ahora siento.
Todas las promesas están rotas
e inconstante es tu reputación:
oigo pronunciar tu nombre
y comparto su vergüenza"
Se muestra el amor apasionado que siente Byron hacia la amada, pero, al no ser correspondido, se angustia y sufre y solo le queda dejarlo en el olvido para siempre. Este poema es muy interesante ya que en él se refleja muy bien lo que sucedía con los matrimonios en aquella época; la mayoría eran de conveniencia y las mujeres eran obligadas a casarse con hombres a los que no amaban y esto les llevaba a la infidelidad. Claramente Byron encuentra un enorme refugio en la literatura y confía sus mayores dolores y secretos a nosotros, los lectores.
Por otro lado, otro poema de máxima hermosura es Y tú has muerto, siendo tan joven y hermosa, donde le canta a un amor que se ha terminado. Realmente parece un poema de despedida o un canto a la muerte, pero Byron juega constantemente con la dualidad muerte-desamor (1812):
"No sé si habría soportado
el ver desvanecerse tu hermosura;
la noche que siguió a tal mañana
tuvo una sombra más profunda:
el día sin una nube ha pasado,
y tú fuiste hermosa hasta el final;
te extinguiste, no te marchitaste;
como las estrellas que cruzan el cielo
brillan con el mayor fulgor al caer desde las alturas."
El amor se ha marchitado y ella se ha ido. Siempre quedarán los recuerdos presentes en la eternidad que mantendrán vivos a ambos. De nuevo, dolor y lágrimas por un amor pasado y caduco, aunque es un amor puro e intenso, al no ser correspondido, el poeta lo sufre tanto como si de la muerte de la joven se tratase.
No podemos olvidar el Don Juan de Lord Byron, una historia sencillamente maravillosa. Byron comenzó a escribirla cuando tenía 30 años, en el otoño de 1818. Hasta ese momento, su vida había sido como la del legendario Don Juan con sexo y placeres como protagonistas. En el canto primero, estrofa CCXVI, muestra algo de arrepentimiento por la vida que ha llevado y sabe que no hay nada de amor en sus actos, sino avaricia. Pero no solo avaricia, también ambición, como indica en el canto primero, estrofa CCXVII, lo que le llevó a las puertas del dolor y el placer. A mi parecer, Byron asegura que el amor es asunto de juventud y es por eso que a él ya se le ha esfumado. Todo queda en el pasado "el tiempo es, el tiempo fue, el tiempo es pasado", ahora tan solo le quedan las rimas que, gracias a dicho pasado, le permiten recordar y escribir. Dando un salto hacia el canto tercero, vemos constantes alusiones a la cultura clásica:
"¡Donde la ardiente Safo cantó y amó, donde se levantaba Delos y surgió Febo!"
En este canto, además, Byron hace una fuerte crítica a la hegemonía del Imperio Otomano sobre Grecia, en la sección "Las Islas de Grecia" y hace un llamamiento a la paz, deseando que se pare el combate. Por otro lado, en la estrofa número 15, se hace una crítica a las crueldades que la guerra trajo consigo pero, esta vez, Byron no habla de sangre y muerte, sino de violación y la esclavitud:
"¡Llena hasta el borde el cuenco con vino de Samos!
Nuestras vírgenes danzan a la sombra...
Veo brillar sus gloriosos ojos negros;
pero al contemplar a cada doncella radiante,
los míos vierten lágrimas ardientes,
al pensar que sus pechos tendrán que criar esclavos."
Es maravilloso ver cómo Byron juega con los contrastes como ya vimos en su momento en Garcilaso. Vírgenes-sombra. Negro-radiante. Y vemos cómo emplea términos coloridos y llamativos para nuestros sentidos: Vino, radiante, ardiente... está relacionado con el color rojo, con la guerra.
Continuando en este mismo canto, esta vez estrofa número 16, encontramos de nuevo unos hermosos versos que juegan a la exaltación de los sentidos:
"Colocarme en la pendiente marmórea de Sunio,
donde nada, salvo las olas y yo,
oigamos pasar nuestros mutuos murmullos;
allí, como el cisne, dejadme cantar y morir:
una tierra de esclavos nunca será la mía:
¡haced añicos lejos la copa de vino de Samos!"
Algo tan bello y delicado como un cisne, con su hermoso canto que realiza antes de morir es relacionado, además de con la muerte y el dolor, con la soledad del poeta, con el silencio, con la tranquilidad de quien se retira para morir. Delicadeza-muerte. Murmullos-cantar. El poeta se compara con el cisne, siendo la muerte algo similar al final de su trayectoria donde se retira, en vez de para morir, para escribir.
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