LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI (CERVANTES) - UNA DURA CRÍTICA A LA SOCIEDAD


   

   La grandeza de España se consolidó con Carlos I, nombrado en 1519 emperador de Alemania con el nombre de Carlos V. Con su política imperial se consuma la hegemonía de España en el mundo, pues en sus hazañas militares, Carlos I, además de continuar la conquista de América, hizo frente al auge de los nacionalismos, a la aparición del protestantismo y a la amenaza turca en el Mediterráneo.

   Los triunfos militares del emperador fueron continuados por su hijo y sucesor, Felipe II, quien venció a los franceses en la batalla de San Quintín (1557), propició la derrota de los turcos en la batalla de Lepanto (1571) y alcanzó la unidad de la península con la anexión de Portugal (1580).

   Sin embargo, la hegemonía imperial de España, frente a la espectacular grandeza exterior de un imperio en cuyos dominios "no se ponía el sol", se alzaba una realidad interior bien distinta. Carlos I había llevado la economía castellana a la ruina; y, además de haberla sacrificado a los gastos de las guerras, había provocado múltiples tensiones sociales, al tiempo que una crisis de hambre y miseria se iba haciendo cada vez más cotidiana en el interior de España.

    Consecuencia del imparable endeudamiento del Estado fueron las sucesivas bancarrotas producidas en tiempos de Felipe II, entre 1558 y 1596, años en que España sufrió el desastre de la Armada Invencible (1588) y se mostró incapaz de triunfar en las guerras de religión en los Países Bajos.
La decadencia interna fue agravándose con la sangría económica y humana, ambas consecuencias inmediatas de la guerra; con la emigración de jóvenes a las ciudades o América, y la consiguiente despoblación del campo, aumentada también por las epidemias y pestes de fin de siglo; con la ruina de la nobleza inferior y su absoluto desprecio por el trabajo;  con el desempleo de la población, aumentado por el regreso de soldados; y con la problemática de las castas sociales.

    La gravedad de la situación interior se intensificaría con Felipe III, quien renunció a las guerras exteriores, adoptando una política de obligado pacifismo e iniciando a la vez el sistema de gobierno en manos de validos. El S.XVII iba a ser depresivo en toda Europa, pero en España fue de auténtica bancarrota económica, moral y política.

    El encumbramiento de la nobleza era un fenómeno social y económico, porque con la institucionalización del valido éste disfrutaba de todas las posibilidades de utilizar en beneficio propio el poder real. Con ello disminuyó la fuerza de las clases productivas, especialmente la de la burguesía. La industria, el comercio, el trabajo en general era algo socialmente menospreciado. Y el hambre y la mendicidad seguían siendo amenazas reales para la población.

   En tal situación, los escritores más lúcidos de aquel tiempo supieron ver el malestar social y expusieron su inquietud y descontento desde el siglo XVI, hasta llegar a su expresión más amarga en el desengaño que invade la literatura barroca. Cervantes fue de los primeros en hacerlo, porque también lo había sido en experimentar la desilusión en la maltratada existencia de su persona después de su vida de heroico soldado (Manco de Lepanto). Esto lo podemos ver en El coloquio de los perros donde Cervantes realiza una dura crítica a la sociedad de la época.

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